El Día Fuera del Tiempo

Previo al nuevo año Maya (26 de Julio) hay un día perdido en “el tiempo” (25 de Julio) llamado “el Día Fuera del Tiempo”, día verde porque se celebran rituales de limpieza y sanación con la madre Tierra, día del perdón universal, día de la libertad, celebrado alrededor de un festival del nuevo tiempo o al menos así se desprende de la cultura, cosmogonía y astronomía-astrología mayas.

En estos días, de cuarentena y aislamiento, estoy dedicado a la lectura de temáticas relacionadas con las interacciones cuánticas de la realidad. En especial la idea o el concepto relacionado con la fuerza que mueve en el universo todo lo que existe, el Campo Punto Cero o simplemente el Campo. Un océano de vibraciones pulsante de energía: un vasto campo cuántico. Donde todo está conectado con todo lo demás en una trama invisible.

Parece que la mente inconsciente tiene la capacidad de comunicar con el mundo físico subtangible, el mundo cuántico que contiene todas las posibilidades.

A un nivel más profundo pueda ser que cada uno de nosotros creamos esa realidad exclusivamente por medio de nuestra atención. A nivel más básico de mente y materia, cada uno de nosotros creamos el mundo.

El observador creativo

En el Campo se dan fenómenos que son de lo más interesante.

En el Amazonas las tribus Achuar y Huaorani consideran que los sueños no pertenecen únicamente al que sueña, sino que pertenecen colectivamente al grupo. El soñante individual es simplemente el receptáculo que el sueño decide tomar prestado para conversar con toda la tribu. Conciben los sueños como un mapa para las horas de vigilia. En los sueños conectan con los antepasados y con el resto del universo. Lo real es el sueño y la vida de vigilia es lo falso.

Una posibilidad es que todo exista allí en todo momento en el Campo.

Toda la información está en un dominio invisible, o realidad superior (el orden implicado de Bohm), y que la información puede ser accesible a discreción.

La cualidad cuántica del Campo lleva a pensar que como la mecánica cuántica gobierna los sistemas vivos, la incertidumbre cuántica y la probabilidad son características de todos los procesos corporales.

Incluyendo las actividades mentales.

Llama la atención que los niños menores de 5 años poseen cerebros que funcionan permanentemente en estado alfa -el estado de consciencia alterada en el adulto- en lugar del estado beta característico de la consciencia del adulto.

Los niños están mucho más abiertos a la información del Campo que los adultos.

En realidad, los niños van por ahí en un estado de permanente alucinación. Viviendo en un estado alterado de consciencia.

Si un niño afirma recordar una vida anterior o es capaz de describir una realidad desconocida para él, es posible que no sea capaz de distinguir sus propias experiencias de la información de otra persona u otras realidades almacenadas en el Campo.

Y así existen muchas otras extrañas cualidades que se experimentan en el Campo: visión remota, precognición, no-localización (la capacidad mutua de influir instáneamente a distancia), procesamiento de información y biofotones (luz como información), experiencias fuera del tiempo (el cerebro es capaz de reaccionar fracciones de segundo antes de la percepción) y así una larga lista de cosas extrañas.

De estas lecturas durantes estos extraños y largos días en cuarentena, una experiencia en particular volví a recordar, volví a pasar por el corazón.

Apenas llegado a la universidad una compañera de estudio y amiga apareció en uno de mis sueños-duermevela, esos momentos raros entre sueño y vigilia. Su presencia era como una referencia, solo sabía que era ella y estaba allí. Teníamos 18 y 19 años. Hace una eternidad.

En esas imágenes del sueño recorrí y vi con todo detalle -sin encontrarme a nadie- su casa, los muebles, las habitaciones, objetos hogareños y pequeñas cosas que no estaban a la vista. Sabía que era su casa, incluso cúal era su habitación entre todas las que visité en mi sueño. Un día me animé a contárselo, con el riesgo que me tomara por bicho raro o algo peor.

Efectivamente era su casa, su habitación, todos los detalles, los muebles, los objetos. Solo un aspecto, todo estaba especularmente dispuesto. Lo había visto en el «espejo de mi mente». La otra caracterísitca era que todo parecía congelado, detenido. Ella me explicó que algunos detalles de la casa y de los muebles y objetos no coincidían en el tiempo, habían sido movidos y acomodados de diferente maneras en diversos momentos de la vida cotidiana de la familia en la casa y de ella en su habitación. Mi visión era correcta, pero como una síntesis o amalgama de diferentes situaciones en el tiempo. Diferentes disposiciones espaciales a lo largo del tiempo.

Una visión fuera del tiempo.

Seguimos siendo amigos. Vivimos a pocos kilómetros y hace rato no nos vemos aunque estamos en contacto. No sé si ella se acordará de esa anécdota de juventud universitaria. Sigo sin conocer la casa de su familia, nunca la visité.

Estos días se percibe la singularidad y la dificultad de haber llegado hasta aquí. Ante un futuro que se anuncia tormentoso, se puede experimentar sin tiempo, ni futuro ni pasado, todo parece accesible en el Campo. Todo está ahí. Cualquiera puede tener acceso, no es un don, sólo hace falta algo de práctica y deshacerse del ruido y la interferencia del entorno sobre la mente y los sentidos. La consciencia por sí sola se conecta, está en relación, a la información del Campo. Por eso ayuda estos días en cuarentena y baja actividad. Estados meditativos y de relajación. Entre el sueño y la vigilia. Ensoñando.

Existe un molde social y cultural de la percepción. y nos ajustamos para procesar nuestra percepción a ese molde, que indica lo que se percibe, cómo se pecibe y es todo lo que existe. Y nada más.

Solo hay que salir de ese molde y sintonizar la información que está ahí. Y de la que no estamos separados ni somos independientes.

¿A qué venía yo con todo esto? Ah, sí. El Día Fuera del Tiempo.

¡Feliz Año Nuevo maya!

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